“Es que si dejo de fumar engordo” Seguro que habéis oído esta frase más de una vez de boca de un fumador. En ocasiones incluso usada como escusa para no dejar de fumar. Desde luego es un hecho socialmente comprobado que al dejar de fumar se come más, al menos eso se ha demostrado. Todos los fumadores achacan a la ansiedad generada por el simple hecho de no tener la nicotina rondando por su cuerpo, al mono en otras palabras. Un grupo de científicos norteamericanos han publicado que esta droga suprime el apetito al activar un grupo de neuronas que transmiten la sensación de saciedad.
Los científicos han demostrado que la nicotina en ratones activa el sistema neuronal que se encarga de distribuir la energía extra que aportan los alimentos. El receptor de nicotina en el cerebro tiene 15 subunidades, las cuales se pueden combinar de muy distintas maneras para realizar diferentes trabajos.
Cuando la nicotina se une a cada combinación desencadena una respuesta diferente, relajación, aumento de la presión sanguínea, etc., todas relacionadas con las propiedades adictivas de los cigarrillos. A nivel científico lo interesante del estudio es que demuestra que el efecto de la nicotina sobre el apetito deriva de la activación de una cascada neuronal propia, uniéndose a los receptores que transmiten una señal al resto del cerebro, la cual es indistinguible de la que el cerebro propaga después de una comida. Básicamente, los ratones que recibían una droga que se une a este receptor comían la mitad que los ratones no tratados.
A nivel clínico la relevancia de la investigación va más allá, el tabaquismo es una de las causas más importantes de muerte en los países desarrollados.
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